lunes, 2 de octubre de 2017

Tristeza y asco


Tristeza y asco por lo sucedido ayer en Cataluña. Asco por la violencia y tristeza por la situación política. Seguramente la pena durará más que algunos moratones (puede que tanto como otras lesiones más graves), pero hoy me siento menos catalán y mucho menos español.

martes, 1 de agosto de 2017

Sin espacio de almacenamiento


Lo peor que le puede suceder a un coleccionista no es asumir que no dispondrá de tiempo suficiente para ver, leer o escuchar todo lo que ya posee, lo cual no es un problema menor, por supuesto. Lo más grave es verificar que se ha quedado sin espacio de almacenamiento para lo que aún habrá de adquirir.

lunes, 10 de julio de 2017

No tomaré sus nombres en vano


Bach es el gran maestro.
Mozart el genio.
Beethoven es dios.
Y por encima de todos ellos está Schubert.

Ahora no recuerdo quién dijo esto y no sé si me atrevería a admitir abiertamente que comparto su opinión, pero me encantaría leer más cosas suyas o incluso tener una larga charla con él, también sobre música.

martes, 23 de mayo de 2017

Mis días de euforia


Dadme cualquier punto del espacio y lo convertiré en el centro del universo*.
Dadme un instante tan sólo y haré de él el principio de la historia**.
A veces me siento fuerte y poderoso. Es una lástima que últimamente estos días de euforia me duren menos de veinticuatro horas.

* Mi universo
** Una historia, mi historia

Los asteriscos los he puesto después de releerme.
Veis, ya empiezo a recular.

viernes, 17 de febrero de 2017

Noches blancas a la segunda


Estas Navidades me han regalado Noches Blancas por segunda vez. Ocurre en ocasiones que alguien te regala un libro que ya tienes, pero lo que hace particular este caso es que me lo ha regalado la misma persona que me lo regaló la vez anterior. Después de aquella primera no le había dicho nada acerca de lo que me había parecido la lectura y claro, cuando uno regala un libro, o una película, o un disco, es natural que espere algún comentario. Lo cierto es que no recordaba haberlo leído y, dándome por aludido, me puse enseguida con él. Encontré esto nada más empezar:

Era una noche maravillosa, una noche de esas que puede que solo se den cuando somos jóvenes, querido lector. El cielo estaba tan estrellado, estaba tan claro que, al mirarlo, involuntariamente uno tenía que preguntarse: ¿Será posible que bajo este cielo pueda vivir gente con todo tipo de caprichos y enfados? Esta es también un pregunta de jóvenes, querido lector.

Así comienza Noches Blancas. Recordé aquellas palabras y sentí que me transportaban al instante, hace justo un año, en que tampoco pude pasar del primer párrafo. Igual que ese día, se me humedecieron los ojos y, aunque últimamente lloro con facilidad, percibí muy hondo aquel dolor que, por suerte o por desgracia, ya no me es desconocido.