Hace ya unos cuantos años pero no tantísimos, digamos que a
mis veintialgunos, si te negabas a realizar el servicio militar obligatorio o
cualquier otro tipo de prestación civil que lo sustituyera, estabas cometiendo
un delito y te podía caer pena de cárcel.
Yo me sometí.
Yo me subordiné.
Yo acaté.
Me dejé subyugar.
Fui domado.
Obedecí.
Muchos optaron por trabajos sociales, lo que significaba una
forma de sometimiento suavizada, pero yo pertenezco a esa selecta minoría
que a mediados de los 90 escogieron voluntariamente el “a sus órdenes”. ¡Qué
asco me da recordar las caras de los tipos miserables ante los que he tenido que inclinar
la testuz! Y podría excusarme de mil maneras, pero ninguna de ellas me sirve
hoy para justificar que alguien que ama tanto la vida y la libertad como yo
siempre he amado decida libremente humillarse de forma tan indigna, claudicar
ante semejante bazofia, ser partícipe con esa escoria inmunda. Así que la única
lectura posible de aquello es que me sometí, me subordiné, acaté, me
dejé subyugar, fui domado y obedecí.
Por supuesto que no fue grato, lo sufrí muy hondamente, pero
lo elegí habiendo otras opciones, y aunque mis circunstancias personales
(académicas especialmente) y parte de mi entorno más próximo me empujaban a
ello, nadie me coaccionó más allá de lo que una psique bien formada (aunque
seguramente aún inmadura) pueda soportar.
Unos pocos que no obedecieron acabaron entre rejas acusados
de insumisión. Gente que amaba la vida y la libertad no necesariamente menos de
lo que yo siempre he amado, pero que además no estaban dispuestos a someterse, a subordinarse, a acatar en silencio, a dejarse subyugar, a ser
domados, a obedecer ciegamente. Hoy la insumisión no está tipificada como
delito: ya no hay servicio militar obligatorio ni prestación social
sustitutoria que negarse a cumplir, y la palabra cobra un valor al alza muy
distinto al de entonces, aunque muy lejos aún del que merece por respeto a su
admirable semántica.
Siempre he tratado de convivir de la mejor forma posible con
mis defectos y que estos no resultaran una carga excesivamente pesada, pero mi
sumisión de entonces es un peso difícil de manejar incluso hoy, habiendo pasado
tanto tiempo, aunque no tantísimo, digamos que casi una mayoría de edad. Ahora
entiendo perfectamente que la insumisión era la única opción digna posible,
igual que lo es en los tiempos que corren, en acepción ligeramente matizada, claro.
Y de ese maridaje al que aspiro entre mi actual existencia y
las equivocaciones que he ido coleccionando, trato de extraer las enseñanzas
que siempre suceden a los errores cometidos. Así, si un día me sometí, ya no me
someto ni me someteré jamás, ni me subordino ni me subordinaré,
ni acataré nunca en silencio, ni seré domado, ni obedeceré ciegamente, ni me dejo
ni dejaré subyugar por nada ni por nadie.
Palabra de cabo furriel. ¿Ha oído usted bien, Sr. Lorente?
…sus ordenes mi subtinente… ¿¡Cómo dice!? ¡¡A SUS ÓRDENES MI SUBTENIENTE!!
¡¡¡Puaj!!!
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Esta entrada quiere ser un homenaje a Félix Romeo Pescador,
escritor zaragozano fallecido en 2011 a los 43 años de edad, uno y medio de los
cuales pasó encarcelado en la prisión de Torrero cumpliendo condena por
insumiso, por no someterse, por no subordinarse, por no acatar un imperativo estúpido, por no permitir que lo domaran, por no obedecer un mandamiento absurdo, por no dejarse subyugar. Demasiado tiempo si consideramos su muerte tan prematura incluso para
una biografía dilatada e intensa como la suya, pero sobre todo demasiado tiempo para quien
amaba la vida y la libertad tanto como él siempre amó. Demasiado tiempo en
cualquier caso. Demasiado tiempo en todos los casos. Demasiado tiempo siempre.
No puedo dejar de recomendar “Noche de los enamorados”, su novela póstuma
publicada recientemente por Mondadori. Una joya, a la altura de “Amarillo”
(Plot, 2008). Pieles sensibles absténganse
de explorar el resto de su producción novelística.
Descanse en paz y gracias por todo.
4 comentarios:
Recomendación apuntada, Jose.
Yo tuve la suerte de no cumplir con el servicio militar ya que me declararon inútil. La verdad es que hay mucho dolor tus palabras pero en cualquier caso nunca has sido un tipo que se deje llevar ni que acate ni que se someta, ni mucho menos un espíritu domado sino todo lo contrario.
Un abrazo, nos vemos pronto.
Intento no serlo y seguiré intentándolo pero entonces lo fui.
No pases directamente de Vargas Llosa a Félix Romeo. Pon en medio un par de números del Ruta 66 por lo menos.
Abrazo fuerte y hasta pronto.
Respecto a Vargas Llosa me has fastidiado la lectura con tus apreciaciones...imposible retomarlo...me he pasado a Sciascia
Todos nos equivocamos, Jose. Fuimos jóvenes e inmaduros. Lo importante es aprender de los errores para no cometerlos en el único tiempo que tenemos: el presente.
Emocionante la recomendación que haces de Félix Romeo.
Un abrazo.
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