miércoles, 27 de octubre de 2010

La mirada encontrada


La experiencia va transformando poco a poco nuestra mirada, en ocasiones afianzándonos en un determinado punto de vista, pero en otras ofreciéndonos una nueva perspectiva.

Por supuesto no me estoy refiriendo a que los demás reconozcan en nuestros ojos un estado de ánimo cambiante, ya sea de melancolía, de entusiasmo, de enamoramiento o de pérdida, sino a que la realidad que nos envuelve pueda cobrar para nosotros un nuevo sentido al ser mirada de otra manera. Así, no se trata tanto de lo que vemos ni de cómo lo vemos, sino de cómo lo miramos, y en esa mirada intencionada se explica el modo en que hemos decidido relacionarnos con el mundo.

No creo que las cosas (el universo sensible) hayan mudado tanto de un tiempo a esta parte como para que yo perciba que son tan distintas, radicalmente otras. Pero es cierto que esa sensación de cambio a mi alrededor existe y acabo pensando que lo diferente, por fin, es mi forma de mirar.

martes, 19 de octubre de 2010

Listo para el mordisco vampírico del jazz


A menudo el jazz ha sido considerado una amenaza como manantial de goces estéticos bastardos, manifestación de espíritus primitivos y rebeldes ajena a toda reflexión y esfuerzo, a toda contemplación y meditación. Los tesoros culturales acumulados por nuestra civilización gracias al trabajo, valor y energía de carácter de concentrados compositores en prolongada evolución secular, tambaleándose por esa excitación puramente física, desprovista de profundidad, dionisíaca y espuria, visceral y repentizada.

Han sido demasiados años distinguiendo tonos mayores y menores, estructurando armonías sólidas sobre ritmos que dejaban poco margen a la espontaneidad, pautando y codificando de modo que el intérprete fuera un mero ejecutante en la mayoría de casos anónimo. Y de repente todo eso no sólo se pone en cuestión, sino que se obvia absolutamente, se prescinde, y el resultado es radicalmente nuevo, tremendamente atractivo, próximo y arrebatadoramente sensual.

El vampiro se presenta ante mí y se burla de todas esas obras vetustas que en lujosas ediciones pueblan mis estanterías: Bach, Mozart, Beethoven, Brahms..., brillantísimas, por supuesto, pero reinterpretadas hasta la saciedad por músicos para quienes el mundo de esos autores resulta completamente lejano y extraño. El engaño de un aquí y ahora que no les pertenece. La aparición improvisa para mí una rara melodía, desconocida pero cautivadora. Me invita a seguirle y miro de reojo esos discos tan queridos. Percatándose de mi desasosiego trata de consolarme diciendo que allí donde vamos no los voy a echar de menos. Tengo mis dudas pero me siento hechizado por el dulce susurro que emite esa endiablada trompeta y ofrezco mi cuello a su dentadura espectral. Que hinque sus colmillos y ya veremos qué queda en pie después del mordisco.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El gran carnaval


Hay una pregunta que los grandes hombres suelen hacerse de vez en cuando con un deje de amargura ("¿Por qué siempre he de tener razón?") pues, a pesar de todo, en esas determinadas ocasiones les hubiera gustado equivocarse.

Pero los grandes hombres aciertan, y vuelven a acertar... Y el dolor se convierte en un gran carnaval porque la audiencia es morbosa, el espectáculo mercancía, y nadie quiere quedarse fuera de ese mercadeo, ni siquiera las víctimas.

martes, 5 de octubre de 2010

El otoño es Brahms


Soy de los que piensan que se podría escribir una historia de la música omitiendo a Brahms, pero preferiría que esa historia no se escribiera jamás ya que se trata de uno de mis compositores favoritos, seguramente el más admirado por mí cuando comencé a escuchar música.


Entonces toda la carne
es como la hierba
y todo el esplendor del hombre
es como la flor de los prados.
La hierba está seca
y la flor está marchita.


Ein Deutsches Requiem. II, Den alles Fleisch ist wie Gras.
Primera epístola de S. Pedro, 1-24


Fue un tipo solitario e introvertido, y esos rasgos de su carácter marcaron su estilo compositivo. Sin duda tenían razón los que apreciaban en él "virtudes anticuadas". Berlioz compuso la Sinfonía Fantástica antes de que él naciera, y contemporáneos suyos como Liszt, Wagner y Bruckner estaban llevando la música hacia nuevos terrenos de forma, armonía y expresión, superando los esquemas tradicionales en favor de un nuevo romanticismo.

Johannes Brahms, mientras tanto, levantaba sus composiciones sobre los viejos fundamentos de Bach y Beethoven, aunque eso sí, reinterpretados y desarrollados de manera muy personal. Así, combinó la estricta construcción y la densidad intelectual de las formas tradicionales (sinfonías, cuartetos, sonatas) con ese melodismo anhelante y sinuoso tan característico suyo, sumamente expresivo y desconocido hasta entonces.

Música de esfuerzo y trabajo más que de inspiración y agudeza, pero de gran consistencia intelectual y de enorme melancolía romántica. Un estilo seguramente poco innovador, pero en cualquier caso profundamente conmovedor, tan contenidamente otoñal.