jueves, 18 de julio de 2013

Cosa curiosa Rusia


Llegar a Mussorgsky desde Shostakovich es un itinerario sin pérdida. Con poco que se estudie la biografía de Dimitri enseguida aparece Modest como el compositor al que más admiraba. Me encanta perderme en estos paseos que nos conducen de un artista a otro, recorrido inevitable en el que nos vamos enriqueciendo con cada nuevo hallazgo.

Pero Modest Mussorgsky no habría de ser un descubrimiento. Su nombre figura con letras mayúsculas en todas las historias de la música universal. Leyendo el capítulo VII de TESTIMONIO, Las memorias de Dimitri Shostakovich relatadas a y editadas por Solomon Volkov (1979) uno siente de inmediato la necesidad de rebuscar en su discoteca. Recordaba la versión orquestada por Ravel de Cuadros de una exposición de Rafael Kubelik dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Chicago en 1951 y la original para piano solo interpretada por Ivo Pogorelich en 1997. También tenía presente el DVD de la versión completa de 1872 de Boris Godunov dirigida por Valery Gergiev para la Opera de Kirov filmada en el Teatro Mariinsky en 1990 en una producción de Andrei Tarkovsky. Apareció junto a ellos un CD de obsequio de la OBC a sus abonados en 1995 con Los cantos y danzas de la muerte acompañando a la versión orquestal de Cuadros de una exposición dirigidos por Edmond Colomer y una edición barata de esta última obra dirigida por Solti para Decca en 1981. Quizás algunas piezas más en recitales y recopilaciones de extractos junto a otros compositores, pero me pareció poca cosa para un melómano de mi rango y quise poner remedio urgentemente a ese déficit. No puede faltar en ninguna compactoteca que se precie de gusto musical, además de las anteriores obras, Una noche en el monte pelado para orquesta, Kováschina, ópera terminada por Rimski-Kórsakov, y alguna versión con intérpretes de más peso de Los cantos y danzas de la muerte y de algún otro ciclo de canciones como Cuarto de los niños y Sin sol.

Con esta lista en la cabeza salí a dar un paseo, a modo del "promenade" que en Cuadros de una exposición, la más conocida obra de Mussorgsky, une la serie de piezas, cada una de ellas representación musical de un cuadro, con una breve melodía que representa al visitante de una exposición de arte y la mutación de su estado de ánimo frente a cada lienzo que contempla. Si el compositor ruso halló inspiración en la exposición conmemorativa a su amigo pintor, Víctor Hartmann, que había fallecido poco antes a los 39 años, la mía podría ser la desaparición de todas las tiendas de discos que conocía en Barcelona. La única especializada en este tipo de música que existía en la ciudad, Castelló Clàssica en la calle Tallers, echó el cierre hace un par de años. Ahora ocupa un rincón miserable de la que está sobreviviendo pocos números más allá, dedicada a música de todo tipo, con un desánimo en sus trabajadores que invita a pensar que no durará mucho. Que yo conozca, esta fue la última. Hay que recurrir a los espacios, cada vez más reducidos, dedicados a este género en las secciones de música de los grandes almacenes. El de Virgin, hoy desaparecido por completo, era de los mejores, con un amplio catálogo y dependientes entendidos. Cuando comenzó Fnac también tenía mucha presencia, pero va a menos, perdiendo estanterías en cada visita que hago, igual que El Corte Inglés. En la sección de Discos Pelayo (después Balada, en la misma calle, hoy extinguidos ambos desde mediados de los dosmiles) también se podía encontrar alguna cosa interesante, aunque el local era de una sordidez insalubre. Hoy es un bonito decorado de cartón piedra en el que venden salchichas vienesas, o bragas, o yo qué sé. Poquita cosa se puede encontrar en Disco 100 (C/ Escorial) y en Discos Gong. Estos últimos ya han anunciado que bajan persiana a finales de julio y a los primeros supongo que no les debe de quedar mucho. Resiste alguna tiendecita especializada en otros géneros por el Raval, pero no son buenos sitios para buscar música rusa, a no ser que, como el gran Eugenio, metas a Demis Russos en este saco. "Cosa curiosa Rusia". Cosa curiosa Barcelona: más de quinientas tiendas dedicadas a la venta de sombreros mexicanos y ni una sola tienda especializada en música clásica.

Soy de los que todavía compra discos. Me gusta tenerlos y quiero que sean míos. Cuando los poseo me siento más inclinado a escucharlos. Los disfruto con mayor intensidad si suenan después de haberlos sacado de mi estantería. Llamadme tonto, pero si muchos hicieran como yo, no pintaría tan negro para los agentes involucrados en la cultura, incluidos los propios artistas. Últimamente compro por internet. Si buscas algo en concreto es difícil encontrarlo en los comercios tradicionales, sobre todo viendo cómo está el panorama en el sector, pero de Mussorgsky no quería nada demasiado específico, lo básico, sus obras más populares y conocidas, y además me apetecía hacer el paseo ("promenade"). Quizás por eso me extrañó no encontrar apenas nada, y que en muchos sitios ni siquiera tuvieran un departamento con su nombre entre Murail y Nancarrow (me hubiera conformado con alguna referencia suelta entre Mozart y Paganini). Hace tiempo que no hablo con los dependientes. Años atrás hubiera preguntado por algo de Mussorgsky y me hubieran dado información valiosa sobre versiones y grabaciones discográficas. No es poco lo que he aprendido en estas conversaciones. Pero me cuesta creer que eso pueda volver a pasar visto el perfil de los dependientes actuales y la situación en que se encuentran este tipo de tiendas. Haced la prueba con Mussorgsky: seguro que os envían a la licorería de la planta semisótano.

Y no irían tan desencaminados: Mussorgsky fue un alcohólico precoz. Con 19, después de dos años de carrera militar, ya era adicto al vodka. Abandonó el regimiento pero no la bebida, y el problema se agravó cuando sus padres se arruinaron y tuvo que subsistir trabajando como oficinista en el departamento forestal del servicio civil ruso. Tenía 25 años. También trabajó de cartero, como Bukowski, otro grande entre los rusos. Cosa curiosa Rusia. Modest Mussorgsky fue un genio incuestionable que luchó toda su vida por escribir su música y que esta se interpretara, pero el alcohol no le permitía concentrarse como un creador de su talla necesita. Seguramente sea el músico que más obra incompleta haya dejado. Tras su muerte compositores como Rimski-Kórsakov (Boris GodunovKováschina, Una noche en el monte pelado)  Ravel (Cuadros de una exposición) o el propio Shostakovich (Los cantos y danzas de la muerte) orquestaron, completaron y revisaron muchas de sus composiciones, y hoy en día es apreciado como uno de los autores más originales y con mayor talento de todos los tiempos. Me encanta la frase del compositor y pianista paisano suyo Anatoli Liadov: "Parece bastante fácil corregir los errores de Mussorgsky, pero... el resultado no sería Mussorgsky."

Que actualmente no se encuentre nada suyo en las tiendas puede ser consecuencia de factores muy diversos. No quiero achacárselo sólo al avance implacable de la incultura. La gente conoce a Mussorgsky. La gente escucha a Mussorgsky. La gente ama a Mussorgsky. Y nadie compra sombreros mexicanos.

martes, 9 de julio de 2013

Si habla la música


Llegó puntual  y reconoció enseguida la estancia que había sido escenario de tantas veladas compartidas en conversaciones memorables. ¿Algo de beber? Lo que tú tomes. Ya con la copa en la mano se observaron como en un reconocimiento tímido. Siéntate, quiero ponerte algo. Se dirigió al tocadiscos y dejó caer la aguja sobre un vinilo que parecía llevar ahí desde siempre. Inmediatamente reconoció el adagio con el que comienza el primer movimiento de la octava sinfonía. Ocupaba toda la cara del disco, lo sabía, pero aún así permanecieron en silencio escuchando con atención durante esa casi media hora. ¿Has tenido la sensación de caminar entre la desolación del campo de batalla después de la contienda? Con un gesto elocuente dio a entender que las copas estaban vacías y que él se encargaba de reponerlas mientras su anfitrión daba la vuelta al disco. CUALQUIER PALABRA SOBRE LA MÚSICA ES MENOS IMPORTANTE QUE LA MÚSICA MISMA. Antes de que terminara el allegretto habían dado buena cuenta del segundo gintónic, de modo que el tercero ya estaba servido para el comienzo del allegro non troppo, su parte favorita (incluso a pesar del pasaje central de trompeta, caja y platillo que nunca había acabado de entender). Seguían el ritmo de semicorcheas con movimientos de cabeza ágiles y acompasados, mirándose el uno al otro con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en el rostro. El largo comienza sin solución de continuidad tras un fortísimo abrumador al que sucede la calma, calma que aprovechan para apurar sus bebidas. Ha estado bien. Sí, tenemos que repetirlo. Cuando quieras. Cuando quieras, pero no dejemos que pase tanto tiempo.