viernes, 13 de enero de 2017

Dile que no quiero verla


No quise ir al Auditori de Barcelona cuando tocó con la OBC dentro de la programación de la temporada 2016, a pesar de que se incluían en el repertorio dos de mis obras favoritas para piano y orquesta, el 24 de Mozart y el 1 de Rachmaninoff, pero es que Lang Lang es de ese tipo de pianistas que no me interesan lo más mínimo.
El caso es que el viernes pasado llego a casa por la noche y lo están dando por la tele en el segundo canal autonómico, me pilla con la guardia baja y me quedo a verlo un rato. Tal como había sospechado empiezo a escuchar notas inventadas, florituras gratuitas y adornos innecesarios, y a ver aspavientos de cara a la galería, excesividad absurda y postureo grotesco en una sobreactuación payasil.
Así me reafirmo en la opinión de que Lang Lang es un pianista lamentable, incluso nefasto, pero es que además pienso que quien gesticula de esa manera cuando toca el piano ha de ser necesariamente un completo imbécil. Si lo hace sin tocar el piano también, por supuesto, pero tocando el piano me molesta especialmente.