Me gusta especular sobre las motivaciones que llevan a un director de cine a elegir una determinada música para una escena concreta de alguna de sus películas.
Ponerle melodía a las secuencias previamente creadas por otro me parece admirable, pero soy de los que se vence ante la música, reconociendo en ella que el poder de sugerir imágenes es mayor que el de servirles de mero (que no simple) acompañamiento. Ha habido genios brillantísimos en lo primero, como Max Steiner, Bernard Hermann, Dimitri Tiomkin y Nino Rota*, o incluso compositores consagrados en otras disciplinas que supieron ponerse al servicio del cine con maestría, como Sergei Prokofiev o Dimitri Shostakovich, pero a mí me gustaría hablar hoy aquí de esa música escogida.
La música está ahí, no diré que toda pero sí la suficiente, y la habilidad del director (en el caso que estoy planteando) consistiría precisamente en saber elegir la adecuada. No quiero decir, por tanto, que la música sea el detonante de la escena, porque entonces se pueden cometer graves errores de interpretación (por no decir de adivinación). Sí se trata, sin embargo, por parte del director, de reconducir el poder de sugestión de la música hacia el terreno que le interese en las secuencias que considere oportunas.
De este modo no es que se obtengan mejores resultados necesariamente, ni que funcione mejor la película; es simplemente que me gusta coincidir en determinadas selecciones, igual que me disgusta cuando pienso que no ha sido acertada la elección. Además, es una opción muy socorrida cuando la producción anda justita de presupuesto (y que me perdonen los compositores de bandas sonoras que bastante mal deben estar pasándolo ya con la que está cayendo).
Pocos lo han hecho tanto y tan bien como Kubrick. "2001, Una odisea del espacio", "La naranja mecánica" o "Eyes wide shut" son paradigmáticas en este sentido, pero voy a citar "Barry Lyndon" porque siento especial debilidad por el Andante con moto del segundo trío para piano de Schubert y cómo lo utiliza el director en tres escenas clave de la película: la calma del balneario donde Barry conoce a Lady Lyndon y su primer acercamiento, sin palabras; cuando se separan y él vuelve cojo a su antigua vida; y en la última escena cuando Lady Lyndon firma los pagarés.
Me encanta la sutilísima entrada de "Sacrificio" de Andrei Tarkovsky con el aria para contralto "Erbarme dich, mein Gott" de la segunda parte de la Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach mientras se muestran los créditos sobre detalles de una "Adoración" de Leonardo. Toda una declaración de principios.
Me maravilla la fuga para piano en do mayor de Shostakovich en la escena de "Smoke" de Wayne Wang en la que William Hurt va pasando las páginas del álbum de fotos junto a Harvey Keitel.
Y qué decir del Adagietto de la quinta sinfonía de Gustav Mahler en "Muerte en Venecia" de Luchino Visconti, o del segundo concierto para piano y orquesta de Rachmaninov en "Breve encuentro" de David Lean.
Son muchos los ejemplos, así que, si os animáis, podéis dejar los que se os ocurran en los comentarios, pero os pongo una condición más que yo también he aceptado al dejar los míos: que la música no forme parte de la acción, es decir, que no se esté interpretando en ese momento por alguna orquesta, conjunto o solista como personajes de la película, y que tampoco suene en ningún tocadiscos o reproductor dentro de la escena, pues considero que en estos casos la elección por parte del director no es absolutamente desinteresada. Viene a ser lo contrario de lo que postulaban los de Dogma en sus mandamientos sobre cine respecto a las bandas sonoras.
No serviría, por tanto, la escena del abuelo y la nieta con la novena de Bruckner sonando a todo volumen en el reproductor en "Saraband" de Bergman, de la que ya os hablé hace algún tiempo, ni la de "La muerte y la doncella" de Polanski en la que se interpreta el cuarteto de Schubert en una sala de conciertos y después se hace sonar en un radiocassette, ni la de La mamma morta en "Philadelphia", ni Nessun dorma en "Mar adentro", ...
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* Compositor de memorables bandas sonoras para el cine, pero también de sinfonías, conciertos, óperas, música sacra y cantatas, como bien apunta El buscador de tusitalas en su formidable entrada "El cine de Nino Rota" que desde aquí os recomiendo.