miércoles, 28 de diciembre de 2016

El cuento de Niru y Karam


Por fin algunos hombres consiguieron agruparse y formar un pequeño poblado en un lugar propicio de la llanura. Ese fue el primer atisbo de civilización sobre el planeta Tierra. Lo formaban básicamente dos familias, aún sin apellidos, pero podemos llamarlas la familia de Niru y la familia de Karam.

Karam y Niru trabajaban por igual para sacar adelante a sus familias, criar a sus hijos y mantener a los ancianos. Vivían pacíficamente hasta que un día fueron atacados por depredadores. Fue a plena luz del día pero por sorpresa, de modo que apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Enseguida se dieron cuenta de que ese ataque pondría fin al asentamiento que habían construido. Había que abandonar el poblado cuanto antes y buscar refugio en algún lugar seguro.

Karam entró en su chabola y quiso asegurarse de que estuvieran todos allí. Vio a su mujer y a los dos hijos mayores, pero faltaba el abuelo y el hijo pequeño que en ese momento jugaban junto al riachuelo. Les dijo a todos que esperaran hasta que volviera con ellos.

Niru pensó que no había tiempo que perder y salió corriendo hacia el bosque. En su rápida huida aún pudo escuchar las dentelladas de las fieras sobre la carne de sus presas y los gritos desesperados de los que sucumbían a la feroz embestida.

Karam llegó pronto hasta donde jugaban abuelo y nieto y volvieron rápidamente a la tienda junto al resto de la familia. A pesar de ser un grupo numeroso, se movían con agilidad, incluso los ancianos, y en pocos segundos estaban a las afueras del poblado, ya encaminados hacia la espesa arboleda. Fue entonces cuando Karam escuchó un llanto de niño salir del chamizo de Niru. Allí seguía la mujer embarazada junto a sus hijos, demasiado pequeños para correr, y a los abuelos enfermos.

A los pocos meses, Niru formó una nueva familia lejos de allí.

No quiero hacer juicios morales sobre este cuento, ni invito a nadie a que los haga, simplemente me gustaría señalar que nosotros somos los hijos de los supervivientes.

Recuerdo haberme emocionado mucho con el último párrafo de Cien años de soledad y ahora pienso que no fue tanto por el valor literario de lo que acababa de leer, que por supuesto también, sino por comprender lo que significa pertenecer a una estirpe condenada a ese tipo de tristeza. Y esto sí que es un juicio moral, señoras y señores.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Vitupera que algo queda


Sonaba como si se estuviera torturando, lentamente y hasta la muerte, a un grupo de ratas, mientras de vez en cuando, se oían los gemidos de una vaca moribunda.

Walter Abendroth en 1932 acerca del compositor estadounidense Wallingford Riegger

Es cierto que, a día de hoy, Riegger (en la imagen superior) no ha trascendido en la historia de la música al nivel de otros autores. de hecho, yo no sabía de su existencia hasta que leí esta crítica en "Repertorio de vituperios musicales" (Nicolas Slonimsky, TAURUS 2016), pero  está claro que el crítico alemán fue intencionadamente excesivo en su comentario, incluso en el caso de que la obra comentada (Dicotomía, 1931) fuera tan aborrecible, que no lo es en absoluto.

El libro de Slonimsky está lleno de insultos semejantes (no todos tan divertidos) lanzados por críticos de renombre contra compositores que, en mayor o menor medida, han marcado el devenir del arte musical en los últimos dos siglos. En muchos de ellos se detecta un miedo obtuso por lo desconocido, espanto comprensible ante determinadas propuestas, igual que sucede en otros ámbitos de la creación artística, pero me parece admirable que, también en esas situaciones en que no se está entendiendo nada de nada, uno tire de arrojo y se atreva a pegarse una sobrada de tal calibre y en tono tan humorístico.

A mí, por lo menos, me ha quedado el interés tanto por un compositor muy meritorio, como por un crítico musical con una interesantísima bibliografía.

Además, estoy deseando plagiar esta crítica la próxima vez que escuche algo que me desagrade y espero que el interpelado se lo tome con la misma guasa.

lunes, 31 de octubre de 2016

Sueños por cumplir


Con el tiempo voy asumiendo que dejaré algunos sueños por cumplir, pero tengo cada vez más claro que no voy a dejar ninguno por soñar.

Si queréis soñar conmigo, estáis invitados a venir el 11 de noviembre al Magic, pero sobre todo: no lo hagáis por cumplir.

jueves, 4 de agosto de 2016

Paradojas de reemplazo


Podría hablaros del barco de Teseo o del río de Heráclito o de la Viena reconstruida, paradojas de identidad (o de reemplazo) que aplicadas al cuerpo humano nos recuerdan que nuestras células ya no son las mismas. Se estima que el promedio de edad de las de un cuerpo adulto es de diez años, por tanto, no hay nada corpóreo en mí que estuviera también en mi yo adolescente, o incluso en mi yo de treinta años. Pero carece de interés a estas alturas considerar que nos cambia la piel y crecen el pelo y las uñas. No me importan los tableros de cubierta: ¡me importan las velas!

Así, ¿qué queda de las primeras ilusiones? ¿Dónde han ido esos objetivos? ¿Qué fue de aquellos sueños? Ya no tengo veinte años y aunque aún tengo fuerza, el alma viva y siento que me bulle la sangre, qué distintos los deseos, las aspiraciones y los anhelos que hoy me impulsan. Tanto que a veces pienso que YA NO SOY EL MISMO, lo cual tampoco parece así, a bote pronto, una conclusión demasiado brillante.

Pero cuando pienso en lo que fui que ya no soy y en lo que soy que nunca fui, me enternece advertir algo que no ha cambiado en todo este tiempo: sigo soñando con ser una estrella del rock'n'roll.

lunes, 1 de agosto de 2016

Los variados intervalos del silencio


Después del adagio affettuoso ed apassionato del cuarteto de cuerda en Fa mayor op.18 de Beethoven, no había escuchado silencios tan conmovedores, intensos y expresivos como los de Corona de Toru Takemitsu.

"El gozo de la música, en último término, parece asociado con la tristeza. Esa tristeza es la de la existencia. Cuanto más se sumerge uno en la pura alegría de la creación musical, más profunda es la tristeza".

Shhhh... Silencio.

jueves, 14 de julio de 2016

Casa Beethoven - Barcelona


Casa Beethoven en 1938 y ahí sigue mi tienda favorita de Barcelona, en el centro de Las Ramblas, viendo caer a su alrededor tantas otras tiendas de discos, música y libros.

Lo que se ve a la izquierda no eran confesionarios, sino casetas para escribientes que estuvieron en activo hasta 1958. Es buena señal que estas cosas sí desaparezcan, a pesar de las nostalgias, porque eso significa que la gente va siendo más culta. Espero que casa Beethoven, mi tienda favorita de Barcelona,  siga mucho tiempo abierta para confirmarlo. Tal y como van las cosas es razonable tener algunas dudas al respecto. Ojalá no llegue nunca el momento de verlo, pero si se diera el caso, yo sería el primero en pedir que volvieran también las casetas, aunque sea sólo por eso de que no nos pille sin confesar.

miércoles, 13 de julio de 2016

La singularidad y su máscara


Supongo que, en esencia, no somos ni el perfil que ven ni el rostro que mostramos, pero salta a la vista que, en apariencia, puede desconcertar querer ser ambas cosas al mismo tiempo.

miércoles, 22 de junio de 2016

El sitio de las cosas


Sea cual sea el sitio de las cosas, después de una distorsión tan terrible el tiempo no hace que todo acabe volviendo a su lugar, lo que pasa es que poco a poco nos vamos acostumbrando y así termina por parecérnoslo, cuando en realidad lo que ocurre es que se van recolocando, y nosotros también con ellas.

lunes, 23 de mayo de 2016

miércoles, 3 de febrero de 2016

Una pieza desengrasada


Quien dijo por primera vez eso de que lo importante es participar debió de ser un gran campeón.

El perdedor es necesario para que haya contienda, de ahí la habilidad del ganador para convencer a su adversario de no retirarse, a pesar de no tener este último ninguna posibilidad de triunfo más allá del consuelo de seguir en la partida.

Pienso en qué será eso tan seductor con que los eternos vencedores animan al resto a seguir jugando, y termina por asfixiarme la clarividencia de que eso que nos ofrecen es precisamente esto que tenemos.

jueves, 28 de enero de 2016

Canciones de Gurre


Acabo de descubrir que tengo poco escuchados los Gurre-Lieder, y me he llevado una alegría inmensa.

De vez en cuando la ignorancia nos brinda a los curiosos este tipo de felicidades.