martes, 29 de diciembre de 2009

¿Dónde está todo ese tiempo?


Los avances de la técnica nos han permitido ser más eficientes, o eso dicen, pero vamos a creérnoslo porque parece innegable. Así, con nuestros ordenadores, maquinaria industrial, medios de transporte, telecomunicaciones, etc., conseguimos hacer más rápido y mejor (no, mejor no, dejémoslo simplemente en más rápido) lo que hace unos años costaba sudor y lágrimas realizar a esforzadísimos y tenaces profesionales.

Yo recuerdo que cuando comencé en esto de la arquitectura aún se dibujaba a mano. Estoy convencido de que hoy, gracias a los ordenadores, programas informáticos e impresoras, voy ocho veces más rápido que entonces. Eso quiere decir que si antes tardaba ocho horas en dibujar un plano ahora tardo sólo una. Y algo parecido le sucederá a todo profesional que haya visto cómo los avances técnicos, sean estos cuales sean, han ido introduciéndose en su sector, ya se trate de cosechadoras para los agricultores, como de amasadoras para los panaderos, o de cualquier otro.

Esto es fantástico porque, volviendo a mi caso, por cada hora trabajada dispongo de otras siete para hacer lo que más me satisfaga (que no es precisamente seguir trabajando, claro), y eso sin contar las horas de ocio y sueño que ya me corresponden por la clásica distribución tripartita de las horas del día.

Como lo de trabajar una hora al día parece cuanto menos obsceno, diría yo, podemos trabajar un día de cada ocho, o una semana cada dos meses, o un trimestre cada dos años, o que cada uno haga sus cuentas y determine el momento en el que le corresponde (o casi seguro hubiera correspondido) dejar de trabajar. Y si no lo hacemos así, que alguien me explique por favor dónde va a parar todo ese tiempo.

Que conste que desde el comienzo de esta entrada me estoy refiriendo a profesionales "currelantes", pues ya sabemos que el artista no mira el reloj y no entra en este grupo. Y si alguien, como me consta, aún piensa que en los tiempos que corren la arquitectura es un arte, que le eche un vistazo al Código Técnico de la Edificación, please.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Vientos benévolos para el 2010


En realción a la felicitación que os envié el año pasado, no estoy seguro todavía de poder decir que el 2009 nos haya puesto a todos en nuestro sitio. Prefiero pensar que somos nosotros los que aún decidimos el lugar en el que queremos estar.

Esta imagen me ha parecido sugerente para acompañar el saludo navideño de este año, pero que nadie piense que se trata de la barca que alguien empujó al mar con un levante otoñal. Se trata tan sólo de un modesto bote que, sin tripulantes, flota libremente
(que no a la deriva) en la inmensidad del océano.

Felices fiestas y feliz año 2010 a todos los que visitáis este blog con vuestros vientos benévolos.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El genio que sobrevivió a Mozart


Pienso que se suele escuchar poco y mal a Haydn.

Cuando nos acercamos a la estantería de los discos, movidos por el ánimo de hacer sonar algo clásico y galante, acabamos en Mozart la mayoría de las veces. Tenemos la idea de que para qué poner a Haydn si Mozart lo hizo mejor. Imaginamos a Haydn como el viejo maestro superado por el genio arrebatador del joven Mozart. Es cierto que Haydn era veinticinco años mayor, pero por las circunstancias personales de ambos, tan dispares (hombre hecho a sí mismo desde debajo de las ruedas de la carreta de su padre, el primero; niño prodigio paseado por las cortes europeas de la mano de su ambicioso progenitor músico, el segundo), sus primeras obras apenas son cinco años anteriores a las del salzburgués. Por tanto, se les puede considerar coetáneos, aunque yo iría más allá y me atrevería a presentar a Haydn como el primer sucesor de Mozart. De otro modo, hay algunas obras tardías de Haydn que no tienen explicación posible, como Las Estaciones (1801), La Creación (1798), o los cuartetos de cuerda después del op.64 (1790), en las que clasicismo y romanticismo ya son inseparables.

Haydn era plenamente consciente de la genialidad de Mozart: "Os lo digo delante de Dios, honradamente, Mozart es el más grande compositor que conozco, personalmente o de nombre, tiene gusto y, lo que es más importante, la más grande ciencia de la composición". Mozart también admiraba a Haydn pero no llegó a dejarlo por escrito, quizás porque no era necesario subrayar lo obvio, aunque son muy significativos en relación con esto los seis cuartetos para cuerdas solas dedicados a Haydn (14 al 19). Esta admiración mútua prejudicó sobre todo al primero, ya que Haydn abandonó los géneros en los que Mozart destacaba especialmente. Así, no volvió a escribir conciertos para piano después de 1780, cuando Mozart ya había revolucionado esta forma, y del mismo modo, no compuso más óperas después de Armida en 1783, deslumbrado por la creación operística mozartiana. Pero en el resto de su producción a partir de aquí conjuga racionalidad y fantasía, madurez y jovialidad, rigor formal y gracia, lucidez clasicista e inquietud prerromántica, recogiendo con gran inteligencia y perspicacia el legado mozartiano.

No puedo dejar de aludir a la película de Milos Forman en la que se nos presenta a un genial Amadeus desquiciando a sus colegas más próximos, concediéndose (el director) un efectismo taquillero por encima del rigor histórico. Aún así, su propuesta respecto al caso Salieri no por peliculera deja de ser interesante. ¿Quién no perdería el juicio ante tamaño genio creador sintiéndose dotado del talento justo para apreciar el del otro y al mismo tiempo ser consciente de que nunca llegará a alcanzarlo? Haydn no lo perdió, al contrario, lo utilizó para aprender de los logros del genial Mozart, dejándonos una obra ingente, sin histrionismos y con buen oficio, que en muchísimas ocasiones brilla tanto o más que la del grandísimo Wofgang Amadeus.

Os daré un solo ejemplo (aunque podría proponeros muchos más) que a mí me tocó la fibra profundamente cuando lo escuché por primera vez. Se trata de la parte central del Credo de la Missa Sancti Nicolai. Este Credo tiene forma tripartita, y la parte media, en sol menor (imposible no conmoverse en esta tonalidad), integrada por el Incarnatus para tenor solo, y el Crucifixus para cuarteto vocal, es la que me gustaría que escucharais. Toda la misa es fantástica, muy pastoral y de una plácida elegancia que algunos han calificado de navideña, ideal para que os la pongáis estas fiestas. Pero prestad especial atención al pasaje al que hacía mención y, si no lo conocíais ya, seguro que a partir de entonces veréis a Haydn de otra manera: como el genio que sobrevivió a Mozart sin perder la cordura.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Los hombres que no amaban a las "miembras"


Me considero un hombre que ama a las mujeres, especialmente a la mía, pero esta entrada no va de eso, sino de la economía del lenguaje. Dicho lo cual comenzaré de otro modo:

Me considero un interlocutor válido en la utilización del castellano, y no necesito que quien se dirija a mí tenga reparos en el uso del masculino genérico para evitar confusiones o ambigüedades que puedan dar lugar a una falta de visibilidad de las mujeres.

Así, podéis hablarme de "aragoneses" que yo entenderé "aragoneses y aragonesas" sin necesidad de que digáis "el pueblo aragonés"; podéis hablarme de "abogados" que yo entenderé "personas que ejercen la abogacía", tanto hombres como mujeres; podéis hablarme de "el hombre medio" que yo entenderé "gente corriente", ya sean hombres, mujeres o niños (entendiendo por esto último seres humanos en edad infantil de ambos sexos)...

El lenguaje dispone de sus propios principios, como el de economía, para que (entre interlocutores válidos, insisto) nos entendamos manejando el menor número de elementos y que de este modo sea un instrumento ágil y flexible. El que quiera ver un problema en esto es que anda muy sobrado de tiempo y de ganas de dedicarse a algo mejor, pues considero que cualquier esfuerzo que se haga en esta dirección no va a mejorar en nada la lengua que utilizamos.

Pero puestos a llenar de palabras vacías e inútiles algunos discursos, entiendo que la reiteración que implica la diferenciación de género en cada enunciado es un recurso muy socorrido para la dialéctica de nuestra clase política. A mí todo esto acaba sonándome a lo de siempre: que nos tratan como si fuéramos tontitos*. Y supongo que por eso nos han puesto un Ministerio: para enmendar tanto anuncio de Soberano y tanta película de Pajares y Esteso que digerimos durante nuestra infancia, y contra la que la educación de nuestros padres y maestros no tuvo nada que hacer, claro.

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* Doy por hecho que todos** habréis entendido "personas deficientes mentales" tanto hombres como mujeres, sin necesidad de decir "tontitos y tontitas", queridos lectores míos ***.

** Doy por hecho que habréis entendido "todos y todas".

*** Doy por hecho**** que habréis entendido "queridos lectores míos y queridas lectoras mías".

**** Pues parece que algúnos miembros no lo dan por hecho tan fácilmente, y digo "miembros" por no decir "miembras".

miércoles, 9 de diciembre de 2009

En el ejercicio de la profesión


Soy un arquitecto que no dibuja.
Soy un músico que no toca.
Soy un pintor que no pinta.
Soy un fondista que no corre.
Soy un filósofo que no ama la sabiduría.

Pero por fin escribo..., y ya no echo de menos dibujar, ni tocar, ni pintar, ni correr, ni el amor a los sabios.

Soy un nihilista que empieza a creer en algo.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Humor sostenible


O nos lo tomamos con humor o va a ser insostenible de verdad.

Ayer me comí tres cuartos de hora de atasco en la calle Aragón de Barcelona camino del centro fuera del horario laboral porque estoy convencido de que la gente salió con el coche a dar un paseo a ver qué tal había quedado la iluminación navideña. Comprar no sé si compraron mucho, pero gastaron gasolina, que para el caso es lo mismo cuando en el fondo de lo que se trata es de consumir. La situación me irritó infinitamente, lo que es muestra evidentísima de una enorme debilidad por mi parte.

El humor es una de las mayores manifestaciones posibles de inteligencia, y no lo digo por lo cómico que ha resultado esta semana nuestro líder electo tratando de dar explicaciones sobre ese supuesto proyecto de ley de economía sostenible suyo, ni porque yo no fuera capaz de utilizarlo ayer para mitigar mi irritación, sino por la visión (siempre mordaz y de una clarividencia aplastante) que suele tener El Roto respecto a estas cuestiones, y que además en esta ocasión, ha sabido conjugar con el genio que le caracteriza.