Pienso que se suele escuchar poco y mal a Haydn.
Cuando nos acercamos a la estantería de los discos, movidos por el ánimo de hacer sonar algo clásico y galante, acabamos en Mozart la mayoría de las veces. Tenemos la idea de que para qué poner a Haydn si Mozart lo hizo mejor. Imaginamos a Haydn como el viejo maestro superado por el genio arrebatador del joven Mozart. Es cierto que Haydn era veinticinco años mayor, pero por las circunstancias personales de ambos, tan dispares (hombre hecho a sí mismo desde debajo de las ruedas de la carreta de su padre, el primero; niño prodigio paseado por las cortes europeas de la mano de su ambicioso progenitor músico, el segundo), sus primeras obras apenas son cinco años anteriores a las del salzburgués. Por tanto, se les puede considerar coetáneos, aunque yo iría más allá y me atrevería a presentar a Haydn como el primer sucesor de Mozart. De otro modo, hay algunas obras tardías de Haydn que no tienen explicación posible, como Las Estaciones (1801), La Creación (1798), o los cuartetos de cuerda después del op.64 (1790), en las que clasicismo y romanticismo ya son inseparables.
Haydn era plenamente consciente de la genialidad de Mozart: "Os lo digo delante de Dios, honradamente, Mozart es el más grande compositor que conozco, personalmente o de nombre, tiene gusto y, lo que es más importante, la más grande ciencia de la composición". Mozart también admiraba a Haydn pero no llegó a dejarlo por escrito, quizás porque no era necesario subrayar lo obvio, aunque son muy significativos en relación con esto los seis cuartetos para cuerdas solas dedicados a Haydn (14 al 19). Esta admiración mútua prejudicó sobre todo al primero, ya que Haydn abandonó los géneros en los que Mozart destacaba especialmente. Así, no volvió a escribir conciertos para piano después de 1780, cuando Mozart ya había revolucionado esta forma, y del mismo modo, no compuso más óperas después de Armida en 1783, deslumbrado por la creación operística mozartiana. Pero en el resto de su producción a partir de aquí conjuga racionalidad y fantasía, madurez y jovialidad, rigor formal y gracia, lucidez clasicista e inquietud prerromántica, recogiendo con gran inteligencia y perspicacia el legado mozartiano.
No puedo dejar de aludir a la película de Milos Forman en la que se nos presenta a un genial Amadeus desquiciando a sus colegas más próximos, concediéndose (el director) un efectismo taquillero por encima del rigor histórico. Aún así, su propuesta respecto al caso Salieri no por peliculera deja de ser interesante. ¿Quién no perdería el juicio ante tamaño genio creador sintiéndose dotado del talento justo para apreciar el del otro y al mismo tiempo ser consciente de que nunca llegará a alcanzarlo? Haydn no lo perdió, al contrario, lo utilizó para aprender de los logros del genial Mozart, dejándonos una obra ingente, sin histrionismos y con buen oficio, que en muchísimas ocasiones brilla tanto o más que la del grandísimo Wofgang Amadeus.
Os daré un solo ejemplo (aunque podría proponeros muchos más) que a mí me tocó la fibra profundamente cuando lo escuché por primera vez. Se trata de la parte central del Credo de la Missa Sancti Nicolai. Este Credo tiene forma tripartita, y la parte media, en sol menor (imposible no conmoverse en esta tonalidad), integrada por el Incarnatus para tenor solo, y el Crucifixus para cuarteto vocal, es la que me gustaría que escucharais. Toda la misa es fantástica, muy pastoral y de una plácida elegancia que algunos han calificado de navideña, ideal para que os la pongáis estas fiestas. Pero prestad especial atención al pasaje al que hacía mención y, si no lo conocíais ya, seguro que a partir de entonces veréis a Haydn de otra manera: como el genio que sobrevivió a Mozart sin perder la cordura.
4 comentarios:
No conocía el pasaje, y desde que lo conozco y desde que he leído tu entrada, veo a Haydn de otra manera.
Bs.
Estimado Jose, esta entrada me llena de alegría. No es frecuente encontrar textos sobre música y sobre músicos. La música además de disfrutarla oyéndola también nos proporciona un segundo placer: hablar de ella.
Estoy escribiendo estas letras oyendo la misa que has recomendado, Missa Sancti Nicolai, la de Simon Preston, una perla.
Haydn es uno de los grandes, no cabe duda, pero esa vecindad con Bach, Mozart y Beethoven es dificil de soportar.
Y qué me dices de sus sonatas, de sus tiempos lentos, de sus andantes, de sus larghettos...
Leí, no se dónde, que un pianísta que actuaba en Viena, se burló de un cuarteto de Haydn: "Yo no lo habría compuesto así" y Mozart le contestó "Yo tampoco, ninguno de nosotros habría concebido una composición tan genial". Si lo decía Mozart...
Muchísimas gracias por los comentarios. Son un estímulo importantísimo. Veo que sois unos seguidores de altísimo nivel. Paloma, desde que te conozco a ti veo la vida de otra manera. Queridísimo Thornton: después de terminar la entrada estuve buscando alguna muestra objetiva, algún texto, alguna referencia donde se pudiera ver la admiración de Mozart por Haydn. Tú nos das una clarísima y muy interesante. Yo me he acordado también de la serie de cuartetos de cuerda que Mozart dedicó a Haydn y no me he podido resistir a incorporarlos a la entrada. Me encanta lo que dices sobre el doble placer de la música, a lo que yo añadiría, si me permites, que incluso se triplica al compartirla, sobre todo con quien uno siente que es afín en las sensibilidades. Por último, me ha parecido también acertadísimo el apunte a las vecindades difícilmente soportables. Imposible decirlo mejor. Y por poner un símil que me consta que conoces bien, supongo que a Jimmy Connors le sucedió algo parecido durante su carrera profesional como tenista al tener que vérselas con gigantes del calibre de Björn Borg o John McEnroe.
Es mi primera entrada, y por lo que veo he acertado.
Me propongo mañana mismo escuchar ese pasaje.
Me gusta mucho la música clásica, pero la pena es que casi nunca encuentro el momento de poder escuchar rodeada de silencio y tranquilidad
Un saludo y felicidades
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