Igual que ya os he hablado de esos actos de reflexión que hago montado en mi Vespa o exprimiendo naranjas, hoy quiero hacerlo de las contiendas dialécticas en las que me enfrasco ocasionalmente con amigos alrededor de una mesa poblada de cervezas.
En general, existen foros en los que las partes manifiestan ser partidarias de uno u otro posicionamiento sin necesidad de grandes argumentaciones. Se trata de porfías como las que genera el fútbol, la política o la religión. Basta con ponerse la bufanda que más guste y expresar a voz en grito las inclinaciones propias, que la audiencia se entere bien de qué parte se está, y cuáles son las virtudes del equipo o afiliación al que se pertenezca y los defectos del bando contrario. Lo habitual en este tipo de circos es que se dialogue poco y se vocee mucho.
Pero existen otros debates (estos sí propiamente diálogos) en los que uno necesita argüir, aunque sea someramente, su parcialidad, lo cual puede ser muy peligroso en función del perfil de los interlocutores. La cerveza se hace por tanto del todo imprescindible, como combustible para unos y como analgésico para otros.
Viene aquí muy al caso la disputa que desde el inicio de la filosofía ha enfrentado a empiristas e idealistas. Estos desprecian el conocimiento sensible negando la realidad del mundo exterior tal como nos lo muestran nuestros sentidos mientras que aquellos arremeten contra todo lo que no provenga de deducciones lógicas basadas en la propia experiencia.
La conversación transcurre con cierta calma al pasar por el nominalismo y el principio de simplicidad. Acerca del racionalismo y la lógica empírica aún se puede prestar algo de atención. Arribados al concepto de certeza cartesiana hay que dar un trago bien largo. Con los juicios kantianos y los apriorismos se hace necesario pedir otra ronda. En el idealismo y la dialéctica hegeliana un par más. Con las posturas radicales del positivismo lógico se reclama ya de forma urgente ser anestesiado. El empirismo lógico y la filosofía analítica espabilan ligeramente al desmayado, pero con la fenomenología vuelve irremediablemente el desvanecimiento.
La dispersión total se produce cuando alguien saca el argumento escéptico de que toda nuestra experiencia sensible podría deberse a las manipulaciones que un científico loco opera en nuestros cerebros que flotan en una solución acuosa (dicen que de formaldehído) dentro de un tarro.
Llegados a este punto en el que los contertulios comenzamos a liarnos al cuello las bufandas, se hace absolutamente necesario que las jarras sean lo suficientemente grandes como para poder sumergir en ellas las masas encefálicas de todos nosotros, aspirantes a filósofo de pacotilla.
9 comentarios:
Como mi cerebro ya está licuado de partida, no pasé de los presocráticos, no me gusta porfiar (ni vocear) y no bebo, mejor que pase palabra.
Muy bueno!
Muy bueno!
Supongo que despues de unas cuantas jarras de cerveza, el idealista juega siempre con ventaja; el empirista necesita solo un par de ellas para perder su necesidad de percepción y el positivista con tres cervezas empieza a perder las formas (científicas o no). Asi que el idealista juega en casa siempre que haya algo que beber, y siempre que no se pase, en ese punto es fácil pasarse a la fenomenología y quizas mediante algun método reduccionista ver a los contertulios como meros cerebros empapados de cerveza.
Por otro lado, dudo que nadie se vea como un futbolista solo por el hecho de comentar un partido de futbol con los amigos.
Ebrio he quedado con tu disertación de escuelas filosóficas (quizás me ha ayudado la cerveza que me he agenciado cual manual de filosofía, pues la sesión lo requería). Con cerveza en mano la filosofía es más placentera, pues el pensamiento y la buena cebada llevan muchos siglos juntos (¿tendran relación los altos niveles de la filosofía germánica y los litros de cerveza que corren por ese país?). Voy a seguir con mi cerveza a ver si puedo aclararme las idea. Un placer de lectura reflexiva, como siempre. Un abrazo
:D
Nunca he discutido de Filosofía con cerveza de por medio, ni sin ella, creo... pero una vez montamos un Operación Triunfo alternativo de filósofos presocráticos (Misterios del Cybermundo). Ganó Heráclito, el niño oscuro, una injusticia. Yo de Gorgias.
(Me encantó este post y muchas gracias por tu visita y comentario en la cueva, aunque tengo que aclarar que los post de Zappa no son míos(ya quisiera yo) sino de mi amigo Carlos Risk. Besos. Muchos.)
Quiero una cerveza, a pesar de la hora temprana, que tanta filosofía me ha dejado sin "sofía".
Muy bueno, Jose.
Jose, déjate a esos amigos, no te interesan. Alguna vez he oído involuntariamente alguna conversación sobre filosofía y ni con ginebra -Martin Miller's- se me iba el aburrimiento.
Sin embargo reivindico a filósofos como Fenando Sabater.
Siempre te digo que esas gotas de humor inteligente te sientan muy bien.
Un abrazo.
P.D. ¿Recuerdas?
" Soy un filósofo que no ama la sabiduría.
Pero por fin escribo..., y ya no echo de menos dibujar, ni tocar, ni pintar, ni correr, ni el amor a los sabios."
Que capacidad tenéis y tu de acordarte.
Nosotros cuando nos juntamos, con cerveza por medio, terminamos organizando viajes y excursiones, la mayoría imposibles.
Jose, un abrazo.
Estrella, después Sócrates todo ha sido decadencia, así que me resulta admirable que seas capaz de llevarlo sin un trago.
Carlos Fernández, me ha encantado leerte por aquí. El alcohol es una de las razones por las que el idealista piensa que los sentidos pueden engañarnos, y el empirista se empeña en demostrárselo bebiendo. Hay mucho incursismo amateur en el mundo de la filosofía, sin duda. Espero que sigamos teniendo ocasiones de sumergir nuestros cerebros en jarras de cerveza, y que sean grandes para que quepa el tuyo.
Carlos, la cerveza (con moderación...) va bien para todo. Alemania ha sido la cuna de los grandes pensadores de la filosofía moderna, dicen que por el frío, pero estoy de acuerdo contigo en que el fermento de cebada también ha tenido mucho que ver.
Almalaire, ¡Operación Triunfo de filósofos presocráticos! Me hubiera gustado estar ahí, pero con cerveza, claro.
Isabel, para dejarte a ti sin sofía hace falta mucho más que unos cuantos filósofos de pacotilla.
Thornton, menos mal que estás tú ahí para recordarme mis propias palabras. Algún día tendré que empezar a tomarme un poco en serio. A mí me encanta que tú te tomes en serio mi humor (que conste que en la entrada que citas no lo había).
Jesús, cuando la conversación deriva hacia viajes y excursiones yo intento estar ya con los gintonics, si son de Martin Miller's genial, pero no importa si son de Larios.
Un abrazo enorme para todos y muchas gracias por pasar por aquí y comentar.
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