lunes, 21 de junio de 2010

El poema del éxtasis y la helada invisible


Cuando un creador emprende su tarea, los objetivos a alcanzar pueden ser muy diversos en función de cuáles sean sus pretensiones iniciales. Los hay que se conforman con que agrade lo justo para obtener una remuneración que les garantice el sustento; algunos van más allá en su conformismo y pretenden simplemente que su obra no resulte molesta (ojalá hubiera más de estos viendo cómo está el panorama actual); y otros miran más arriba y aspiran a trascender, que se les recuerde por la importancia de su legado, y de este modo lanzan al mundo sus producciones con la intención de que el público se emocione con ellas, ya sea por su belleza, por su capacidad de conmover, o por ser sublimes sea cual sea la interpretación que queráis hacer de este apelativo. Y la emoción máxima a la que se puede aspirar es el éxtasis, o eso dicen.

Viendo el lugar que cada uno ocupa hoy en la historia de la cultura, a muchos les sorprenderá que Bach fuera de esos primeros y Scriabin de estos últimos; el luterano leyendo las sagradas escrituras y creyendo en Dios, y el ruso leyendo a Nietzsche y creyéndose Dios. Y si de ese estado del alma completamente dominada por un profundo sentimiento de admiración hablamos, yo casi me quedo con La Pasión según San Mateo antes que con el Poema del éxtasis, aunque sin llegar nunca a la suspensión temporal de las funciones corporales como sucedió a Santa Teresa cuando unió su espíritu con el altísimo.

Lo que me resulta del todo admirable es que alguien haga de ese afán de éxtasis ajeno el motor de sus creaciones. Tanta ambición parece condenada de entrada al más rotundo de los fracasos, pero entiendo que hay un matiz de visceralidad muy interesante en este planteamiento: ¡Voy a hacer algo tan increíblemente bueno que cuando la gente lo perciba quedará tan intensamente embelesada que se mirarán unos a otros con la sensibilidad excitada hasta el punto de no poder contener las ganas de ponerse a follar allí mismo!

Süskind lo narra brillantemente en El perfume: "Mujeres recatadas se rasgaban la blusa, descubrían sus pechos con gritos histéricos y se revolcaban por el suelo con las faldas arremangadas. Los hombres iban dando tropiezos, con los ojos desvariados, por el campo de carne ofrecida lascivamente, se sacaban de los pantalones con dedos temblorosos los miembros rígidos como por una helada invisible, caían, gimiendo, en cualquier parte y copulaban en las posiciones y con las parejas más inverosímiles, anciano con doncella, jornalero con esposa de abogado, aprendiz con monja, jesuita con masona, todos revueltos y tal como venía. El aire estaba lleno del olor dulzón del sudor voluptuoso y resonaba con los gritos, gruñidos y gemidos de diez mil animales humanos." *

Pero esta escena pertenece a una novela, y aunque sabemos de la capacidad de algunos perfumes para embriagar, dudo que nadie considere verosímil que pueda sacarse del ámbito de la ficción, aunque por lo que parece, tipos como Scriabin (y perdón por el anacronismo) sí llegaron a considerarlo posible. Para ellos otro pasaje del mismo relato: "Nadie sabe lo bueno que es realmente este perfume. Nadie sabe lo bien hecho que está. Los demás sólo están a merced de sus efectos, pero ni siquiera saben que es un perfume lo que influye sobre ellos y los hechiza. El único que conocerá siempre su verdadera belleza soy yo, porque lo he hecho yo mismo. Y también soy el único a quien no puede hechizar. Soy el único para quien el perfume carece de sentido." **

Respecto a las dos últimas frases del fragmento, yo diría que se pueden aplicar a la inversa: el perfume sólo cobra ese sentido para ellos que murieron (y morirán) hechizados por su propia pretenciosidad.

Por la experiencia que he tenido hasta la fecha, existe un único genio capaz de provocar en mí el efecto de la helada invisible con sus creaciones: la naturaleza cuando se expresa materializándose en belleza de mujer.

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* Patrick Süskind, El Perfume (1985), fragmento cap. 49
** Ídem, fragmento cap. 51

11 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Músicos como Bach, místicos como Santa Teresa, escritores como Patrick Süskind..., y el amor terreno y sublime, nuestra propia naturaleza extasiada en quien ansiamos.

Cuánto éxtasis trae hoy esta entrada tuya, querido Jose, porque son muchos los éxtasis, muchas las drogas que nos transportan a mundos mejores.

Me encantó (¡cómo escribes, hijo!). Me voy con la idea del arte y de la literatura como un éxtasis mejor que cualquier droga, porque el éxtasis natural está fuera de toda duda que es el "summun".

Besazos.

alma dijo...

Jose, primero felicitarte por la excelente téntica de promoción bloguera consistente en publicar la entrada retirarla, y tenerme/nos entrando y saliendo constantemente a ver si ahora, a ver si ahora, a ver si ahora....
(jeje)

Después felicitarte a secas porque cuando por fin el ahora del a ver si resulta que era el de verdad, de la buena siempre te hace saber que mereció la pena esperarlo :)

"El perfume" es uno de mis libros favoritos, uno de esos que siempre quiero volver a leer. Creo que nunca leí ninguna novela con un comienzo más brillante, ni "Cien años de Soledad" ni siquiera el "Ensayo sobre la ceguera" que siempre ha sido "mi libro". Lo grande de "El perfume" es que toda la narración se mantiene a la altura de ese comienzo.

( En cuánto a los estragos que el perfume pueda causar o no, yo no sé muy bien, porque hace años que sólo uso Nenuco ;)

Madison dijo...

No he leido El perfume aunque tengo el libro. Tras leer los fragmentos escogidos por ti me apetece ponerme con el libro y poder comentar.
Pero me has tocado la fibra con Bach porque es la música que siempre tengo a mano. Jamas me he cansado de escucharlo, así que ya ves.
Y sobre perumes...bueno no soy de perfumes pero sí de colonias.
Besos José

David dijo...

Un texto muy interesante y muy bien hilvanado (música, filosofía, literatura…) como todos tus textos.
Ah!...yo, entre lo divino y lo humano, también me quedo con la creación de la naturaleza.

Errata y errata dijo...

Tus palabra tienen un olor espléndido pero permíteme una pregunta: defineme pues Jose que es la belleza de mujer.
Un abrazo,

Errata y errata dijo...

Agrego que la solicitud de definirlo no pretende ser una provocación. Es que me ha tentado imaginarme la hermosa entrada que podrías escribir al describir esta materialización. Espero haberme explicado bien,

Carlos dijo...

No se si casan muy bien ambición y creatividad. Se me antojan más palabras como espontaneidad, naturalidad y necesidad (de expresarse)que van de la mano con las buenas creaciones. A las obras creadas bajo la expectativa de hacer algo que pase a la posteridad o para sentar cátedra les falta algo indefinible que no te llega. Pero hasta algunos grandes genios cayeron en este error alguna vez. Vuelves a acertar con tus reflexiones motorizadas. Un abrazo tan grande como tu escrito.

Jose Lorente dijo...

Isabel, queridísima amiga, qué hermoso comentario dejas aquí hoy. Eres un alma sensible y yo sólo puedo agradecerte esas palabras tuyas que son siempre un regalo.

Almalaire, fue un error mío a la hora de guardar la entrada en el borrador antes de terminarla, pues le di a "publicar" en lugar de a "guardar". Enseguida la borré pero supongo que blogger actualizó los enlaces justo en ese breve intervalo y por eso apareció el link en vuestras páginas antes de tiempo y vinculado a ninguna parte. Y si alguien ha entendido algo de lo que acabo de escribir no dude en pedir cita cuanto antes con el psiquiatra.
En cualquier caso, agradezco muchísimo el interés y la espera, y sobre todo que manifiestes tan generosamente que ésta ha valido la pena.
Pones "El Perfume" junto a "Cien años de soledad" y "Ensayo sobre la ceguera", y me agrada. Es curioso pues precisamente esos tres libros marcaron épocas muy definidas de mi vida como lector.
Cuidado con los estragos causados por el Nenuco, que también los hay y sus efectos son igualmente devastadores.

Madison, léelo cuanto antes. Dicho así, como una orden, vas a acabar pensando que soy un mandón, pero si mi última recomendación (que escribieras) te resultó beneficiosa, estoy convencido de que ésta también lo será.
Yo soy de aromas, como el que Bach me sugiere.

Estrella, lo divino no es más que una idealización que lo humano hace sobre la naturaleza, ¡con lo fácil que es mirar y regocijarse en esa contemplación, sin más! Sé que tú lo haces así y eso es algo que compartimos.

Maia, tu comentario (que no había entendido como una provocación, por supuesto, pero gracias por la aclaración) me ha hecho pensar mucho. He releído la entrada y me he dado cuenta de que hay una redundancia en la última frase, o al menos una cierta ambigüedad. La naturaleza se expresa materializándose en mujer, o en hombre, o en árbol, o en nube, o en rayo, pero siempre en belleza. De este modo, cualquier mujer que sea materialización de la expresión de la naturaleza ha de ser bella. Nos encontramos por tanto ante el típico esquema tautológico que yo he expresado torpemente y de manera confusa. Una mujer (u hombre) que rechaza ser esa expresión natural está renunciando a esa belleza. Me refiero a personas que no se aceptan a sí mismas y se rebelan contra su propia esencia.
Dicho lo cual, y después de estas reflexiones que tus palabras han estimulado, pienso que una coma iría muy bien a esa última frase de mi entrada: "la naturaleza cuando se expresa materializándose en belleza, de mujer" o si lo preferís "la naturaleza cuando se expresa materializándose en mujer", pues la belleza ya va implícita en el acto de ser expresión natural.

Carlos, queridísimo amigo, aquí coincidimos rotundamente. Recibo ese abrazo tuyo tentado de orgullo pero con humildad y, sobre todo, con enorme afecto.

Muchísimas gracias a todos por pasar por aquí y comentar.
Un abrazo fuerte y muy atentos a las heladas invisibles en este verano que se anuncia caluroso en extremo.

Eastriver dijo...

Música, literatura, realidad, ficción, aromas, sensaciones... qué mixtura sensual (y sensacional). Sí que escribes bien, sí, hace tiempo que lo sé. Leyéndote la fuerza de la metáfora visual (¿visual sólo?) se hace patente y veo un viejo sótano con aromas románticos. Muy románticos...

Jesús Cánovas dijo...

José, como te dije la otra vez te leo y te releo. Ahora, tu último párrafo lo he cogido al vuelo “Por la experiencia que he tenido hasta la fecha, existe un único genio capaz de provocar en mí el efecto de la helada invisible con sus creaciones: la naturaleza cuando se expresa materializándose en belleza de mujer.” Y yo solo digo que SI.
Un saludo

Jose Lorente dijo...

Ramon, qué bien suena el término "romántico" viniendo de ti. Últimamente detecto una cierta connotación despectiva en los que lo usan. Voy a reivindicarlo ferozmente a partir de ahora.

Jesús, me alegra que hayas cogido al vuelo precisamente esa frase y que coincidamos en la apreciación.

Un abrazo fuerte y muchas gracias por comentar.