martes, 12 de febrero de 2013

Con "V" de Victoria


Después de Altamira, todo parece decadente.
Pablo Picasso.

Si una frase semejante pudiera pronunciarse en el ámbito de la música, esta sólo tendría sentido referida a Tomás Luis de Victoria, la mayor figura de la música española de todos los tiempos y, por qué no decirlo (continuando con la dialéctica del atrevimiento), de la historia de la música occidental. No simplemente otro de los nuestros: El Nuestro.

Seguramente su obra más perfecta sea el Officium defunctorum. Cuando uno escucha su Misa Pro Defunctis a seis voces, en él incluida, perteneciente a su periodo final y publicada en Madrid en 1605, siente que se halla frente a una experiencia sonora de una belleza absolutamente insuperable. Transcribo la apasionada opinión que de la obra expresa el musicólogo Samuel Rubio, encargado de su edición en 1977: "...es como un impulso, una chispa que se inflama en el primer compás y perdura con el mismo destello, con el mismo fuego, como si de una corriente eléctrica se tratara, hasta el acorde final. (...) Esta savia vivificadora no es tan sólo de orden espiritual y religioso; es también de orden musical, técnica y estilísticamente, fundiéndose ambos elementos, a modo de alma y cuerpo, de forma y materia, en tan apretado y estrecho maridaje que da como fruto la más vigorosa, impresionante y estremecedora fuerza expresiva, que de modo irresistible se comunica a los oyentes a semejanza de fluido eléctrico, vital".

Sabemos que en los últimos 15.000 años ha habido pintores que han creado obras geniales, incomparables en técnica y belleza, pero entendemos perfectamente lo que quiso decir Picasso con su famosa frase en relación a las pinturas rupestres de Altamira. Entendedme también vosotros a mí si ahora digo que después de Tomás Luis de Victoria todo parece pueril, incluso sabiendo, como sabéis, que he admirado, admiro y seguiré admirando a unos cuantos compositores colosales de los últimos quinientos años.

Por si os apetece escuchar una versión impecable del Coro del St. John's College de Cambridge dirigido por George Guest en 1968.

2 comentarios:

Thornton dijo...

No te preocupe ser un poco exagerado de vez en cuando. Lo que es cierto es que es una de las cumbres de la música y te felicito por traerlo aquí. Más de uno te lo agradecerá.

Un abrazo.

Jose Lorente dijo...

He sido intencionadamente atrevido, imprudente si lo prefieres, pero tratándose de Tomás Luis de Victoria, es imposible ser exagerado.
Abrazo fuerte, querido amigo.