miércoles, 2 de octubre de 2013

Morir es un deber


Es curioso que en ocasiones nos neguemos a reconocer el derecho a morir y que el debate sobre la eutanasia siga generando controversia, pero que por otro lado aceptemos de tan buen grado el deber de morir como acto necesario para la comunidad.

No podemos (debemos) perpetuarnos en la existencia por la sencilla razón de que han de cuadrar las cuentas. Qué lejos quedan aquellos anhelos de inmortalidad; aquella fe ciega en una ciencia que conseguiría hacernos eternos. Incluso me atrevería a decir que eso, hoy en día, ya está al alcance, aunque no para todos, por supuesto.

Una de las máximas que más puede ayudarnos a entender que somos seres sociales es que fuera de la comunidad sólo existen dioses y bestias. Está claro que no somos simples bestias luchando por la supervivencia ni mucho menos dioses regalando vidas infinitas para una partida en un juego que nosotros mismos hemos diseñado. Pero si triste es asumir que la vida eterna no podrá ser para todos, trágico es admitir que la mera existencia se esté convirtiendo en una carga para la sociedad.

No tendré inconveniente en dejar mi puesto al relevo cuando llegue el momento (y no me refiero tanto a las generaciones futuras, que vayan ustedes a saber los valores de esos pollos, como a las presentes más jóvenes que si bien tampoco es que lo tengamos muy claro al respecto, por lo menos ya están aquí) entendiendo que todos han de poder disfrutar de la fiesta y que morir es en esencia, más que inevitable o necesario, puro deber.

Eso sí, hasta entonces no nos resignemos a vivir sin la cuota de dignidad que nos corresponde por derecho.


3 comentarios:

noiseconqueso / antonius block dijo...

pues sinceramente yo preferiría no morir nunca ni dejar mi sitio a nadie, que ya lo ocupo yo y de una forma que me gusta mucho. tampoco me importan mucho los valores de la gente que venga ni los de la gente de ahora. y en cualquier caso morir es una putada, lo tomes como lo tomes.

Jose Lorente dijo...

Noiseconqueso, no me parece que seas ningún dios.

Carlos dijo...

Lúcido e ingenioso escrito sobre la vida y la muerte. En pocas palabras me lo has aclarado todo. Pero, sin misticismo, me gustaría que se organizara otra fiesta para más adelante.
Un abrazo.