lunes, 21 de diciembre de 2009

Vientos benévolos para el 2010


En realción a la felicitación que os envié el año pasado, no estoy seguro todavía de poder decir que el 2009 nos haya puesto a todos en nuestro sitio. Prefiero pensar que somos nosotros los que aún decidimos el lugar en el que queremos estar.

Esta imagen me ha parecido sugerente para acompañar el saludo navideño de este año, pero que nadie piense que se trata de la barca que alguien empujó al mar con un levante otoñal. Se trata tan sólo de un modesto bote que, sin tripulantes, flota libremente
(que no a la deriva) en la inmensidad del océano.

Felices fiestas y feliz año 2010 a todos los que visitáis este blog con vuestros vientos benévolos.

4 comentarios:

Thornton dijo...

Gracias por la felicitación. Estaré de vacaciones una temporadita. Ya nos veremos.
Felices fiestas. Un saludo.

Jose Lorente dijo...

He cambiado el título de la entrada y el párrafo final en los que se utilizaba la expresión "canto de sirenas" por estos otros en los que prefiero usar la de "vientos benévolos", por entender que son demasiadas las connotaciones negativas de la primera, a pesar de ser bellos y seductores, ya que, según la narración mitológica, se hacen con engaño para atraer a los marineros hacia los arrecifes donde les espera una muerte segura, y esto no es de ninguna manera lo que vuestros comentarios significan para mí en este blog. Así, prefiero rectificar y cambiarla por esta otra que no da lugar a equívocos, y que liga igualmente con el tema del bote sobre el mar. No creo que muchos hayáis llegado a leer la entrada inicial, pero como al menos ha habido uno, mi querido amigo Thornton, he considerado necesario hacer este comentario aclaratorio.

Thornton dijo...

Jose, mucho mejor. Cantos de sirena sonaba a engaño, a falso... pero qué bien sonaba. Otro saludo.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Felicidades a ti, José. La arquitectura es una de las artes que más me impacta y admiro. Cuando voy a una ciudad nueva, miro las casas fundamentalmente. Algo también hay de deformación profesional, pues muchas obras nuevas han descrito estas manos que escriben.

Y qué decirte de la arquitectura como arte. Ahí sí que me derrito enterita. No puedo evitarlo. Soy capaz de llorar ante el Partenón, de erizarme en el Coliseo, de maravillarme con los hierros de la famosa torre de París... ¡Son tantos estímulos para estas retinas!

Un saludo.