Algunos ya sabéis que recientemente me quedé con muchas ganas de usar este título para una entrada, a lo que ahora se ha juntado el deseo de escribir alguna cosa sobre Camille Saint-Saëns.
Me explico:
La historia de la ópera está llena de cantos de sirena (no confundir con cantos de ballena, aunque también, si me permitís la broma) en el sentido de esas arias embrujadoras e irresistibles que conducen a los cándidos personajes masculinos hacia un desenlace fatal, como se relata en la mitología griega, pero muy pocos pueden presumir, a mi entender, de haber alcanzado el nivel de sublimidad de "Mon coeur s'ouvre à ta voix", tercera escena del segundo acto de Sansón y Dalila (1877) del compositor francés.
Algunos hablan de dúo al referirse a este pasaje, pero se trata de un aria para mezzosoprano (Dalila) en toda regla, en la que el tenor (Sansón) reponde con turbación "Dalila, yo te amo" a los requerimientos de ella "¡Vierte sobre mí tu amor!". ¡Como para desatender a la niña, vamos!
No transcribo el texto íntegro porque en este caso es lo de menos. Lo verdaderamente relevante aquí es la música, esa música excelsa que nos emociona por encima de todas las cosas. La música genial que, olvidándose de tendencias y modernidades, apela a lo más hermoso; el fruto de un genio inspirado que puso toda su inteligecnia al servicio de la belleza.
Me parece injusto que hoy se le encasille como compositor de música académica, ya que esta categorización arrastra un viso de menosprecio que implica supuestamente no haber sido innovador. Quizás a él esto no le importó demasiado en su época, pero en cualquier caso, que le pregunten a Fauré, Debussy o Ravel quién fue el que les marcó el camino.
Me gustaría acabar estos cantos de sirena con un canto de cisne, y no me refiero al bueno de Sansón que de cisne tenía bien poco y a estas alturas ya debe haber perdido (en el mejor de los casos, sólo) la melena, si no al decimotercer retrato de la suite El carnaval de los animales (1886) para violonchelo y piano. ¿Académico? ¡Pues qué quieren que les diga! A mí me parece simplemente delicioso.
4 comentarios:
José, ese canto de sirena de Saint-Saëns es, simplemente, excelso.
En la voz de la Callas, me pone los pelos de punta. ¡Qué belleza!
Voy ahora mismo a oirlo. Lo necesito. Tú tienes la culpa por esta entrada llena de la hermosura de la música que amamos.
Un abrazo y gracias por abrirme las ganas.
Mientras escribo estoy escuchando Sanson y Dalila, Rita Gorr y Jon Vickers. Voy detrás de una grabación con Waltraud Meier y Plácido Domingo.
El aria "Mon coeur..." es una de las cumbres de la ópera, quien la escuche y no se estremezca, es un muerto vertical. Y qué me dices del aria del primer acto, escena 6,
"Printemps qui commence". Lo dicho, hablar de música es otro placer casi tan grande como escucharla. Un abrazo.
P.D. Ese toque de humor en esta entrada, le sienta muy bien.
Querida Isabel:
Callas la canta como ninguna. Su interpretación es realmente estremecedora, pero yo no la recomendaría en el contexto de esta entrada, porque en su versión ¡no está Sansón! El papel de Dalila no lo cantó nunca en escena "La Divina". Lo hizo sólo en estudio para álbumes recopilatorios de grandes árias, prescindiendo de las respuestas del tenor al final de las dos partes que componen el aria. En la segunda parte es especialmente importante la intervención del tenor, ya que hacia la conclusión, quizás el pasaje más emotivo, se solapan ambas voces en unas armonías bellísimas. Por eso te recomiendo alguna versión del aria escenificada. Realmente es una pena que no exista ninguna de Callas porque la cantaba de maravilla.
Me alegra ser culpable de algo como lo que me imputas. Muchísimas gracias por el comentario y quedo a la espera de tu condena.
Querido Thornton:
Yo tengo dos, y las dos de Plácido Domingo: la de Barenboim con Obraztsova de 1979 y la de Julius Rudel con Shirley Verrett de 1981. La de Meier tiene muy buena pinta. He visto que está editada en EMI. Estas búsquedas son una delicia, y cuando por fin las encuentras, ¡ni un niño con zapatos nuevos! Lo cierto es que Sansón es un papel que a Plácido le va que ni pintado. El aria que dices es otra cumbre, quizás no tan espectacular, pero sublime igualmente.
Y hablando de búsquedas con final feliz: esta semana he conseguido las misas de Haydn por Simon Preston, y verdaderamente las borda. Sabía que eran la referencia, pero hasta que no me dijiste que eran las que tú tenías, no me lancé a por ellas.
Muchas gracias a los dos por compartir el grandísimo placer de hablar (aquí escribir y leer) de música, y, por supuesto, que no falte nunca el sentido del humor.
Os leo y estoy encantada de la vida, porque con vosotros aprendo.
Un abrazo
Publicar un comentario