lunes, 1 de febrero de 2010

El guardián que enterró a J.D. Salinguer


El jueves pasado falleció Jerome David Salinger a los 91 años de edad. No publicaba nada desde 1963, pero todavía es recordado por "El guardián entre el centeno" (1951), novela corta de iniciación adolescente, anecdóticamente favorita de asesinos en serie y otros descentrados como Mark Chapman, el homicida de John Lennon.

Recuerdo que yo llegué a la novela precisamente siguiendo esa misma pista: Lennon - Chapman - Salinger - Guardián. Me aburrió en la primera lectura (siendo un adolescente desorientado) y me gustó más en la segunda (siendo un treintañero desorientado), pero en ninguna de las dos ocasiones sentí la necesidad de acabar con la vida de nadie, y mira que en la España de entonces había cantantes que sin duda lo merecían.

En una de las pocas entrevistas que Salinger concedió dijo: “Vivo para escribir. Pero escribo para mí mismo y para mi propia satisfacción. No publicar me reporta una maravillosa sensación de paz”.

Supongo que los derechos de autor de su celebrada primera novela también contribuyeron lo suyo en favor de esa paz. Aún así, pienso que publicar algo de vez en cuando no tiene que ser necesariamente perturbador. ¡Cómo se nota que él editó a lo grande y vivió del cuento el resto de su vida!

7 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Querido José, son muy curiosas las coincidencias que la vida nos depara.

Te cuento: leí a Salinger hace mucho. "El guardián entre el centeno" en 1991 y sus "Nueve cuentos" en 1994.
Ahí quedó -sin especial pena ni gloria- en mi bibilioteca y en mi biografía lectora.

Como bien sabes, en una de mis entradas me dijeron que el escrito se parecía a los de Vila-Matas, reconocí no haberlo leído y me recomendaron vivamente que supliera esa laguna (tú me dijiste que no leyera a nadie y escribiera).
Compré tres libros del autor recomendado. (Hasta ahora sólo estoy a punto de concluir uno).

Pues bien, ese primer libro que me estoy leyendo de Vila-Matas, "Bartleby y compañía", es una auténtica joya que recomiendo viva y encarecidamente a cualquiera que le guste la literatura.

El día que escuché en el Telediario que Salinger había fallecido, hacía un escaso rato que yo había leído lo siguiente en el libro de Vila-Matas:
<<"Jerome David Salinger. Allí estaba al fondo del autobús. Parpadeaba de vez en cuando. De no haber sido por eso, me habría parecido más una estatua que un hombre. Era él, Jerome David Salinger, un nombre imprescindible en cualquier aproximación a la historia del arte del NO.
Autor de cuatro libros tan deslumbrantes como famosísimos -"The Catcher in the Rye" (1951); "Nine Stories" (1953); "Franny and Zooey" (1961) y "Raise High the Roof Beam, Carpenters/Seymour: An Introduction" (1963)- no ha publicado hasta el día de hoy nada más, es decir que lleva treinta y seis años de riguroso silencio que ha venido acompañado, además, de una legendaria obsesión por preservar su vida privada.">>

Continúa Vila-Matas con un texto apasionante, donde muestra el deseo de su escritor del diario de los silentes literarios (protagonista podríamos decir en el libro de Vila-Matas) de acercarse al escritor y a una chica de la que se enamora perdidamente en ese instante, sus titubeos y su inacción final frente a ambos. El protagonista se queda con ganas de interpelar a Salinger por su "no escritura" durante más de treinta años. Pero es más, Salinger se lleva a la chica de la que se ha enamorado él.

Es curioso. El texto del escritor español me trae a la mente a Salinger y pienso: "he de releerlo, que ni me acuerdo de su obra".

Al rato, sale en la TV que Salinger ha muerto.

Hoy tú nos cuentas que su relectura te aportó más que la primera lectura.

Todo me lleva a la relectura. Es el azar juguetón -que sabe mucho- quien me la impone, y eso que la lectura de Salinger no me dejó un poso especial. ¿Quién sabe ahora?

Grandísimos abrazos, amigo.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Perdón por ese comentario tan largo. No me di cuenta hasta verlo ahí de lo que me pasé.

Jose Lorente dijo...

Querida amiga:

No sé como se te ocurre disculparte por el fantástico comentario que nos regalas. Al contrario: ¡Muchísimas gracias una vez más!

¿Te puedes creer que al hacer esta entrada me acordé de "Bartleby y compañía"?

Pedirte que no lo leyeras fue un egoísmo por mi parte, y también una crueldad.

Realmente es un grandísimo libro, y Salinger no podía quedar fuera de ese elenco de escritores que tan genialmente retrata Vila-Matas. Yo lo leí hace tiempo y no recordaba ya la cita, pero aún la sentía y ahora tú me la confirmas.

A mí me gustó tanto que leí enseguida "Bartleby, el escribiente" de Melville, el cuentecito inspirador, otra joya que te recomiendo olvidándome, ahora sí, de egoísmos y crueldades.

Un abrazo fuerte.

Paloma dijo...

Leí a Salinguer siendo una treintañera, porque tú me lo recomendaste.
(Por cierto, gran título para la entrada; no podía ser otro).
Beso.

Jose Lorente dijo...

Hubiera sido otro peor si no llega a ser por ti. Y que conste en acta que seguimos siendo treintañeros (a mí me queda exactamente cinco meses), que parece que estemos hablando de un pasado remotísimo, y no es para tanto.
Besos.

Thornton dijo...

¡Esta entrada tiene dos entradas! (Isabel que éste no es tu blog)
Para compensar, seré breve.
Jose, seguimos con las coincidencias, me pareció que tú también escribias para ti, por tu necesidad de escribir, más que para los demás, y así te lo manifesté hace algún tiempo.
También te dije que a tus textos les sientan muy bién ese poquito de humor, me ha encantado tu referencia a los cantantes de la época.
Podría seguir escribiendo, pero... "preferiría no hacerlo"

Jose Lorente dijo...

Querido Thornton:

Es el poso que van dejando nuestros correteos por blogs amigos.

El comentario de Isabel enriquece la entrada hasta el punto que, como bien dices, es una entrada en sí misma.

El de Paloma que apela al código de la complicidad.

Y el tuyo que son cuatro comentarios en uno con pinceladas breves pero densas: celoso por la generosidad de Isabel (ella no puede ni sabe ser de otro modo y lo es igual con todos); atento a las coincidencias (que quizás no lo sean tanto: me acordé de tu comentario al leer la declaración de Salinger); perspicaz con el sentido del humor (que no falte nunca), y erudito en las citas (te dejo cambiar "erudito" por otro sinónimo que te guste más, pero que sepas que te lo digo con cariño y admiración).

Un abrazo fuerte para los tres y muchísmas gracias por vuestros comentarios.